Ficha técnica
Nombre Común | Higuera |
– División | Angiospermas |
– Orden | Rosales |
– Familia | Moraceae |
– Género | Ficus |
– Especie | Ficus carica |
– Altura | Hasta 8 m |
– Estado de conservación | Preocupación Menor (LC) |
Descripción
La Ficus carica, comúnmente conocida como higuera, es una especie vegetal caducifolia que se presenta en forma de arbolillo de crecimiento contenido, rara vez superando los 8 metros de altura. Su estructura es característica, con una fuerte ramificación basal y un tronco principal muy corto, del cual emergen ramas abiertas que configuran una copa amplia y algo desordenada. La corteza, de tono gris claro y textura lisa o ligeramente verrugosa, está salpicada por lenticelas redondeadas visibles al ojo. Uno de los rasgos más distintivos de esta especie es su intenso aroma; al sufrir heridas, exuda un jugo lechoso blanquecino, típico del género Ficus.
Las ramillas juveniles son gruesas, llegando a medir hasta 10 mm de diámetro, y muestran una coloración que varía entre el verde y el pardo-oliváceo. En sus extremos se desarrollan yemas terminales marcadas por su tamaño —de 12 a 25 mm de largo—, forma curvada y puntiaguda, recubiertas por una única escama. Las yemas laterales, en cambio, son globosas y se protegen por un número variable de escamas, de dos a cinco.

Características
A nivel morfológico, la higuera presenta un porte inconfundible por su silueta abierta y sus ramas de aspecto áspero. Su savia, rica en látex, posee propiedades irritantes y es una defensa natural de la planta frente a las heridas o ataques de herbívoros. La rusticidad de la especie se manifiesta tanto en su tolerancia a condiciones poco favorables como en su capacidad de rebrote espontáneo, incluso en espacios insólitos como farallones rocosos o muros antiguos.
Hojas
Las hojas de Ficus carica son grandes, alternas y rugosas al tacto. Se sostienen mediante pecíolos bien desarrollados y presentan un limbo de contorno variable, aunque predominan las formas con tres o cinco lóbulos profundos. El color es verde vivo en la cara superior, con un matiz más claro por el envés, una disposición que favorece la captación de luz solar sin perder eficiencia en la transpiración. Su superficie áspera y su tamaño ayudan a diferenciar a la higuera de otras especies similares.
Flores
Las flores no son visibles a simple vista ya que se desarrollan dentro de un receptáculo carnoso cerrado, cuya forma puede ser redondeada o piriforme, y que cuenta con un poro apical por donde acceden los polinizadores. En el interior, la disposición floral sigue un patrón preciso: cerca del poro se agrupan las flores masculinas, mientras que en el resto del receptáculo predominan las flores femeninas, unas de ellas fértiles y otras estériles. La proporción entre sexos varía entre individuos. En algunas higueras predomina la parte masculina (conocidas como cabrahigos o higueras bordes), mientras que otras son casi exclusivamente femeninas, como las denominadas higueras de Esmirna.
Fruto y semilla
Lo que comúnmente se conoce como higo no es un fruto en sentido estricto, sino un sicono: un receptáculo floral carnoso que crece tras la polinización. Dentro de este receptáculo, los verdaderos frutos son pequeños aquenios —los diminutos “huesecillos” perceptibles al comer el higo—. La polinización corre a cargo de una avispa hembra del género Blastophaga, que introduce su cuerpo a través del poro para depositar sus huevos sobre las flores femeninas estériles.
En determinadas condiciones ambientales, algunas higueras desarrollan una segunda generación de inflorescencias. Estas permanecen en el árbol durante el invierno y maduran al llegar la primavera, sin haber sido polinizadas. Este tipo especial de fruto se denomina breva y aparece cronológicamente antes que el higo común.
Hábitat
La Ficus carica prospera en una amplia variedad de entornos, aunque su distribución más estable se da en regiones de clima mediterráneo. Su adaptabilidad le permite crecer tanto en suelos fértiles como en emplazamientos áridos, incluyendo grietas rocosas y muros antiguos, donde sus raíces potentes pueden incluso desplazar estructuras. Si bien no es exigente con el tipo de suelo, necesita cierto aporte de agua para un desarrollo óptimo, motivo por el cual es común encontrarla en sotos ribereños y zonas donde la humedad está presente de forma estacional.
La resistencia del sistema radicular y la capacidad de desarrollarse en terrenos marginales hacen de esta especie un vegetal emblemático en paisajes humanizados, pero también temido en ámbitos urbanos o patrimoniales, donde su presencia puede alterar construcciones antiguas.

Distribución
Originaria de un área comprendida entre la cuenca mediterránea y regiones templadas de Asia, la higuera ha sido tan extensamente cultivada y asilvestrada desde la antigüedad que resulta difícil trazar con precisión su lugar de origen exacto. En la Península Ibérica, está presente en todas las provincias de España y Portugal, incluyendo las Islas Baleares. Su rango altitudinal es amplio, llegando a crecer desde el nivel del mar hasta los 2000 metros de altitud, lo que demuestra una notable plasticidad ecológica.
Aunque se ha diseminado por medios naturales, el ser humano ha tenido un papel crucial en su expansión. La higuera es común en huertos tradicionales, márgenes de caminos, y también en ambientes semisilvestres, donde puede escapar fácilmente del cultivo. La reproducción en cultivo se lleva a cabo casi exclusivamente por esquejes, un método eficaz que ha permitido su mantenimiento como frutal de segunda categoría, valorado especialmente por su resiliencia ante condiciones adversas.
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