Ficha técnica
Nombre Común | Laurel |
– División | Angiospermas |
– Orden | Laurales |
– Familia | Lauraceae |
– Género | Laurus |
– Especie | Laurus nobilis |
– Altura | Hasta 10 m |
– Estado de conservación | Preocupación Menor (LC) |
Descripción
El laurel común, cuyo nombre científico es Laurus nobilis, es un árbol perennifolio de porte mediano que puede alcanzar hasta 10 metros de altura. Su tronco es recto, con una corteza grisácea, y sostiene una copa densa y oscura, de apariencia compacta. Este árbol ha sido ampliamente valorado desde la antigüedad, tanto por sus propiedades culinarias como por su simbolismo cultural, pero más allá de su uso popular, su morfología botánica revela adaptaciones particulares al entorno mediterráneo.

Características
Las hojas se disponen de manera alterna, son simples y muestran una forma que varía entre lanceolada y oblongo-lanceolada. De consistencia coriácea, poseen un margen que puede estar ligeramente ondulado, especialmente en individuos adultos. Estas hojas son especialmente notables por su aroma intenso, debido a la presencia de glándulas oleíferas visibles en el envés. El haz es de un verde oscuro y brillante, mientras que el reverso se presenta más pálido, una característica común entre las especies adaptadas a climas de fuerte radiación solar.
Hojas
De forma estrecha y alargada, las hojas del Laurus nobilis tienen un ápice agudo y una base atenuada. Su longitud habitual oscila entre los 3 y 9 cm, sostenidas por un pecíolo corto. La superficie superior lustrosa contrasta con el tono apagado del envés, donde se acumulan aceites esenciales responsables de su fragancia característica. Este rasgo no solo tiene un valor culinario, sino que también forma parte de su sistema de defensa ante herbívoros e infecciones.
Flores
El laurel es una especie dioica, lo que significa que presenta individuos masculinos y femeninos por separado. Las flores, de un tono amarillento, aparecen en umbelas sésiles de entre 4 y 6 unidades. Estas florecen a finales del invierno y principios de la primavera, entre los meses de marzo y abril. Las flores masculinas poseen entre 8 y 12 estambres, en su mayoría acompañados por dos nectarios opuestos, situados de forma subaxilar, y un gineceo rudimentario. En cambio, las flores femeninas presentan de 2 a 4 estaminodios apendiculados, junto a un ovario subsésil, con un estilo corto y grueso, y un estigma de forma trígona. Antes de abrirse, las flores están protegidas por un involucro subgloboso, una cubierta que resguarda el desarrollo floral inicial.
Fruto y semilla
El fruto del Laurus nobilis es una baya ovoide, de unos 10 a 15 mm de longitud, que adquiere un tono negro brillante al alcanzar la madurez, a principios de otoño. Su superficie es suavemente acuminada, y el pericarpo, o capa externa del fruto, es delgado. En su interior se encuentra una sola semilla, de unos 9 por 6,5 mm, completamente lisa. Esta estructura reproductiva facilita la dispersión por animales frugívoros, aunque no soporta bien climas extremos, lo que condiciona su hábitat natural.

Hábitat
El laurel crece preferentemente en ambientes húmedos y sombreados, formando bosques densos en barrancos y laderas umbrosas. Requiere suelos con bajo contenido en cal y un clima sin extremos térmicos. No tolera bien ni las heladas intensas ni los periodos prolongados de sequía, lo que lo restringe a zonas con humedad ambiental constante. Esta sensibilidad al clima lo convierte en un buen indicador de ecosistemas bien conservados dentro del bioma mediterráneo.

Distribución
Laurus nobilis se encuentra principalmente en regiones mediterráneas, donde las condiciones climáticas suaves favorecen su desarrollo. En la Península Ibérica, es más abundante en las zonas litorales y en las Islas Baleares. Es considerado un relicto de los antiguos bosques de laurisilva que se extendían por toda la cuenca mediterránea durante épocas más húmedas del pasado geológico. A medida que el clima se volvió más seco durante el Plioceno, estos bosques fueron reemplazados gradualmente por comunidades vegetales más xerófitas. Sin embargo, algunos remanentes de la laurisilva todavía persisten, especialmente en regiones montañosas del sur de Turquía, norte de Siria, sur de España, centro-norte de Portugal, norte de Marruecos, así como en las Islas Canarias y Madeira. Estos enclaves representan los últimos vestigios vivos de un ecosistema que alguna vez dominó la región mediterránea.

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