El muflón (Ovis orientalis) es un ungulado salvaje perteneciente a la familia de los bóvidos, considerado uno de los parientes más cercanos de la oveja doméstica. Su historia biológica, morfología distintiva y notable capacidad de adaptación a entornos variados lo han convertido en una especie de gran interés tanto para naturalistas como para aficionados a la fauna. Aunque su origen sigue siendo motivo de debate entre especialistas, su presencia actual en diferentes regiones del Mediterráneo —especialmente en la Península Ibérica— lo posiciona como un animal emblemático de los ecosistemas montañosos y boscosos donde ha sido introducido con éxito.
Ficha técnica
Nombre Común | Muflón |
– Clase | Mammalia (Mamíferos) |
– Orden | Artiodactyla |
– Familia | Bovidae |
– Género | Ovis |
– Especie | O. orientalis |
– Tamaño | 120–145 cm |
– Peso | 30–60 kg |
– Longevidad | Unos 6-7 años |
– Estado de conservación | Vulnerable (VU) |
Características Físicas
El muflón es la forma más pequeña dentro del género Ovis, pero destaca por su marcado dimorfismo sexual. Los machos presentan un cuerpo robusto, con una longitud que suele superar los 130 cm y una altura a la cruz cercana a los 80 cm, mientras que las hembras son algo más pequeñas, con longitudes que rondan los 125 cm y alturas de aproximadamente 75 cm. El peso varía también de forma notable entre sexos: los machos pueden alcanzar los 60 kg, mientras que las hembras raramente superan los 40 kg.
Uno de los rasgos más reconocibles de los machos es su impresionante cornamenta, que puede variar mucho en forma y tamaño. En las hembras, los cuernos están presentes solo en algunos casos y son generalmente reducidos, de apariencia residual, y raramente superan los 15 cm.
El pelaje es mayoritariamente castaño oscuro, aunque existen ejemplares más claros, de tonalidad cremosa. El patrón de color incluye una serie de manchas blancas características: una marca en forma de silla de montar en los lomos, una zona anal claramente delimitada, y una cara con áreas blanquecinas que se extienden con la edad hasta cubrir por completo el rostro. El vientre y la parte interna de las patas también son blancos, ofreciendo un contraste visual muy distintivo.
A diferencia del género Capra (como las cabras montesas), el muflón se distingue por tener una cola larga cubierta de pelo, la ausencia de un mechón en la barbilla y un cráneo muy convexo, entre otros rasgos anatómicos específicos.
Hábitat y Distribución
El muflón presenta una distribución compleja que ha sido moldeada por procesos históricos de introducción y adaptación. Aunque su origen natural se asocia a islas del Mediterráneo y un núcleo en Armenia, las poblaciones actuales están ampliamente influenciadas por la acción humana, lo que ha favorecido su expansión por diversas regiones del sur de Europa, incluyendo España.
Distribución Geográfica en España
La llegada del muflón a territorio español se remonta a mediados del siglo XX, cuando se introdujeron los primeros ejemplares en la Serranía de Cuenca, en el área de El Hosquillo. Posteriormente, fueron trasladados a la Sierra de Cazorla en 1954, desde donde comenzó una expansión progresiva por diversas zonas del país.
Hoy en día, el muflón está presente en gran parte del área mediterránea peninsular, tanto en reservas de caza (como Puertos de Beceite o Muela de Cortes) como en cotos públicos y privados de la mayoría de las provincias. En la década de 1970, llegó incluso al Parque Nacional del Teide en las Islas Canarias, donde se adaptó sorprendentemente bien. Sin embargo, no está presente en el Archipiélago Balear ni en los territorios del norte de África bajo administración española.

Tipos de Hábitat
Una de las características más notables del muflón es su gran capacidad de adaptación a entornos muy diversos. Se le puede encontrar en:
- Zonas montañosas y rocosas como las cumbres deforestadas de Cazorla.
- Bosques húmedos del sur peninsular, como los de Cádiz.
- Laderas secas y agrestes, como las del Teide, donde el clima extremo y la escasa vegetación no han impedido el crecimiento de su población.
En este último caso, se han observado tasas de expansión territorial superiores a 3 km por año, a pesar de las condiciones extremas de altitud, aridez y escasez de recursos.
El muflón demuestra así ser una especie extraordinariamente versátil, capaz de prosperar en hábitats con climas, vegetación y altitudes muy distintos, lo que explica en parte su éxito en muchos de los lugares donde ha sido introducido.
Alimentación
El muflón es un herbívoro altamente adaptable, capaz de aprovechar los recursos vegetales de los ecosistemas más diversos. Esta versatilidad alimenticia le permite sobrevivir tanto en zonas húmedas con abundante vegetación como en entornos áridos y de escasa productividad, como los de origen volcánico.
Su dieta incluye una sorprendente variedad de especies vegetales, con registros de hasta más de 100 tipos distintos en un solo estómago. El muflón consume tanto plantas superiores (fanerógamas) como plantas inferiores (criptógamas), además de hongos y líquenes, lo que lo convierte en un verdadero generalista en términos de alimentación.
Aun así, muestra preferencia por gramíneas y herbáceas, especialmente en primavera, cuando estos recursos están más disponibles. Durante el invierno, en cambio, aumenta el consumo de plantas leñosas, lo que genera un mayor solapamiento con la dieta de otros ungulados como la cabra montés (Capra pyrenaica), con la que puede compartir hábitats.
Esta capacidad de ajustarse a la disponibilidad estacional de recursos vegetales es una de las claves de su éxito ecológico en áreas donde ha sido introducido, aunque también puede generar conflictos por competencia trófica con otras especies nativas.

Reproducción
El ciclo reproductivo del muflón está estrechamente vinculado al ritmo estacional, con un comportamiento marcado por la estacionalidad del celo y una estructura social compleja durante este período.
Los machos alcanzan la fertilidad alrededor del año y medio, aunque su participación efectiva en el apareamiento no suele ser significativa hasta que tienen tres o cuatro años, cuando ya han desarrollado una cornamenta que les permite competir con otros machos. Las hembras, por su parte, también maduran hacia los 18 meses, pero en general no tienen su primera cría hasta los dos años.
El celo se concentra en noviembre en la mayoría de las poblaciones de la Península Ibérica, mientras que en Tenerife el ciclo es algo más irregular. La gestación dura aproximadamente cinco meses, por lo que los nacimientos ocurren en marzo y abril, en consonancia con la llegada de la primavera.
Habitualmente las hembras dan a luz a una sola cría, y los casos en los que se observan dos crías juntas se interpretan generalmente como adopciones espontáneas, no como partos gemelares. Esta baja tasa reproductiva hace que la especie dependa en gran medida de condiciones ambientales estables para mantener sus poblaciones.
Durante el período de celo y gestación, los grupos sociales se vuelven más numerosos, con una media de 10 a 12 individuos, generalmente mixtos: machos, hembras y crías. En el resto del año, los grupos se reducen, con segregación por sexos y predominio de estructuras familiares.

Amenazas y Conservación
El muflón es una especie que combina una notable resiliencia ecológica con una serie de vulnerabilidades genéticas y ecológicas que afectan tanto a su conservación como a su convivencia con otras especies.
Por un lado, su valor como especie cinegética ha favorecido su expansión por buena parte del territorio español, especialmente en reservas y cotos de caza, lo que ha impulsado su presencia en nuevos hábitats. Sin embargo, esta expansión no siempre ha estado acompañada de una gestión adecuada, y en muchos casos ha provocado impactos negativos en los ecosistemas receptores.
Por otro lado, el origen de las poblaciones actuales de muflón se remonta a un número muy reducido de individuos, lo que ha generado una baja diversidad genética. Esto incrementa el riesgo de deriva genética e endogamia, reduciendo la capacidad adaptativa de la especie frente a enfermedades, cambios ambientales o presiones humanas.
Principales amenazas
- Competencia con especies autóctonas, como la cabra montés, especialmente en áreas como Cazorla.
- Daños ecológicos significativos en ecosistemas frágiles, como las comunidades vegetales endémicas del Teide.
- Pérdida de variabilidad genética, que compromete su viabilidad a largo plazo.
- Introducción incontrolada en nuevos territorios, con escasa planificación y supervisión ecológica.
- Presión cinegética excesiva en algunas regiones, que puede afectar a las estructuras sociales de las poblaciones.
Estas amenazas exigen una gestión responsable del muflón, que combine la conservación de la especie con la protección de los ecosistemas nativos, evitando su expansión descontrolada y promoviendo prácticas de manejo basadas en criterios ecológicos.

Video
Referencias
Resto de Artículos
Consulta el resto de Artículos de Fauna: Mamíferos, Reptiles, Anfibios y Aves.