De aspecto escurridizo y hábitos discretos, la garduña (Martes foina) es un pequeño mamífero carnívoro perteneciente a la familia de los mustélidos, como el tejón o la comadreja. Aunque poco conocida por muchos, esta especie está presente en una gran parte de Europa y Asia, incluyendo casi toda la península ibérica. Su notable capacidad de adaptación a distintos hábitats —incluso urbanos— la convierte en uno de los carnívoros más versátiles del continente. A pesar de su apariencia inofensiva, es una eficaz depredadora y oportunista, capaz de convivir cerca del ser humano sin ser detectada con facilidad.
Ficha técnica
Nombre Común | Garduña |
– Clase | Mammalia (Mamíferos) |
– Orden | Carnivora |
– Familia | Mustelidae |
– Género | Martes |
– Especie | M. foina |
– Tamaño | Entre 38 y 53 cm |
– Peso | Entre 900 y 2.500 g |
– Longevidad | Hasta 8-10 años |
– Estado de conservación | Preocupación Menor (LC) |
Características Físicas
La garduña posee la fisonomía típica de un animal arborícola: cuerpo alargado, cabeza estrecha, morro afilado, cola larga y peluda, y extremidades cortas que le permiten moverse con agilidad entre árboles o estructuras humanas. Su apariencia recuerda mucho a la de la marta europea (Martes martes), aunque presenta un pelaje más castaño y una borra interna de tono más claro.
El rasgo más fiable para diferenciarla de su pariente cercana es el color del babero: mientras que en la marta este es ocre o anaranjado, en la garduña es blanco, a menudo bien definido, extendiéndose incluso hacia las extremidades anteriores.
Existe un marcado dimorfismo sexual: los machos son algo más grandes que las hembras. En general, su longitud corporal varía entre 40 y 53 centímetros en los machos y entre 38 y 46 centímetros en las hembras, con una cola que puede alcanzar entre 20 y 29 centímetros. Su peso se sitúa entre 900 y 2.500 gramos, siendo los machos los más pesados.
Aunque en el pasado se reconocieron subespecies como M. f. mediterranea basándose en ligeras diferencias de tamaño o pelaje, actualmente se considera que estas variaciones son parte de la diversidad natural de la especie, sin suficiente base para distinguirlas taxonómicamente. Se ha observado, eso sí, una tendencia general: los ejemplares del este de Europa y Asia tienden a ser más grandes que los del oeste, un patrón que coincide con el probable origen oriental de la especie.

Hábitat y Distribución
La garduña se distribuye principalmente en el sur de Europa, desde la Península Ibérica hasta el norte de Polonia, pasando por diversas regiones de Asia Central. Se encuentra también en algunas islas mediterráneas, como Corfú y Rodas, aunque es ausente en las Islas Británicas y en Escandinavia. A nivel global, su rango incluye desde el Cáucaso hasta Kazajistán, Mongolia y el Himalaya, llegando hasta China.
Distribución Geográfica en España
En España, la garduña está presente en casi toda la Península Ibérica, pero ausente en las Islas Baleares. Aunque fue introducida en la isla de Ibiza, se encuentra extinta en la actualidad. Este mamífero no habita tampoco en las Islas Canarias ni en el norte de África, lo que limita su presencia a las zonas más al norte de su área de distribución.
Tipos de Hábitat
La garduña tiene una notable capacidad para adaptarse a una gran variedad de hábitats. Se puede encontrar tanto en zonas de estepa como en bosques mediterráneos y bosques caducifolios o de coníferas. Sin embargo, su habilidad para colonizar diferentes tipos de entorno es más evidente en su adaptación a ambientes rupícolas (zonas rocosas y montañosas).
Uno de los aspectos más destacables de la garduña es su tolerancia a vivir cerca del ser humano. En el sur de Europa, su cercanía al ser humano suele limitarse al medio rural, habitando espacios como graneros, establos y áticos. Sin embargo, en el centro de Europa, la garduña ha colonizado ambientes más urbanos, donde se adapta a vivir en parques y edificios de grandes ciudades. Esta flexibilidad hace que la garduña sea capaz de convivir con el ser humano, aunque de forma discreta y en zonas menos transitadas.
Alimentación
La garduña es un carnívoro de hábitos altamente oportunistas, lo que le permite adaptarse con facilidad a entornos diversos. Su dieta es amplia y variada, y cambia con las estaciones y según la disponibilidad de recursos.
Los micromamíferos, como ratones (Apodemus) y topillos (Microtus), forman la base de su alimentación, especialmente en zonas boscosas y agrícolas. También captura aves de pequeño y mediano tamaño, como mirlos y petirrojos (Turdus, Erithacus), y en algunas áreas consume conejos y otras piezas de caza menor, lo que le ha generado una reputación negativa entre algunos ganaderos y cazadores.
No es raro que complemente su dieta con reptiles, y durante el verano y el otoño incorpora frutas silvestres como zarzamoras (Rubus), escaramujos (Rosa) y manzanas (Malus). Esta dieta tan diversa confirma su carácter generalista, un rasgo que favorece su supervivencia incluso en entornos humanizados.

Reproducción
La reproducción de la Martes foina está marcada por un fenómeno conocido como implantación diferida. Aunque el celo se produce entre junio y mediados de agosto, el desarrollo del embrión no comienza inmediatamente. La gestación efectiva tiene lugar a comienzos del año siguiente, con una duración de unos dos meses, y los partos suelen ocurrir entre marzo y abril.
Las camadas están compuestas habitualmente por dos a cuatro crías, aunque en casos excepcionales pueden nacer hasta cinco. Al nacer, las crías son ciegas y completamente dependientes de la madre, con un periodo de lactancia de unos tres meses. Durante este tiempo, permanecen con la madre, quien se encarga de su adiestramiento y protección hasta que son capaces de valerse por sí mismas.
La esperanza de vida de la garduña se sitúa entre los 8 y 10 años, aunque algunos ejemplares pueden alcanzar los 14 años en condiciones favorables.

Amenazas y Conservación
La Martes foina está catalogada como especie de Preocupación Menor (LC) tanto a nivel global por la UICN como en España. Esto se debe a su amplia distribución, a la estabilidad de sus poblaciones, y a su presencia en áreas protegidas. Su adaptabilidad a diversos hábitats le confiere una notable capacidad de resiliencia frente a los cambios ambientales, en comparación con otras especies más especializadas.
A pesar de ello, existen amenazas concretas que afectan a sus poblaciones, especialmente a nivel local:
- Pérdida y fragmentación del hábitat, en especial de los bosques autóctonos, que quedan reducidos a parches aislados con menor viabilidad para la especie.
- Expansión de plantaciones de eucaliptos, que disminuyen la calidad del hábitat y reducen la probabilidad de presencia de garduñas.
- Alta mortalidad por atropellos, especialmente en el norte de Europa y también en la Península Ibérica. Las carreteras nacionales y autopistas con vegetación atractiva en sus márgenes aumentan el riesgo.
- Percepción negativa por parte del ser humano, lo que motiva su captura en campañas de control de depredadores, especialmente en entornos rurales.
- Enfermedades parasitarias, como la infestación por el nematodo Skrjabingylus nasicola, aunque en general no causa efectos graves sobre la salud de la especie.
A pesar de estas amenazas, no se ha detectado un declive poblacional significativo en las últimas décadas, y su carácter generalista le permite mantenerse como una de las especies de mustélidos más exitosas del continente europeo. No obstante, la conservación de corredores ecológicos y la mitigación del riesgo por atropello son claves para asegurar su viabilidad futura en paisajes fragmentados.

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