La víbora hocicuda (Vipera latasti) es una de las especies más singulares y emblemáticas de la fauna ibérica, destacándose no solo por su apariencia física, sino también por su comportamiento y distribución geográfica. Conocida por su característico hocico alzado, que le da su nombre común, esta serpiente se encuentra principalmente en las regiones montañosas del sur de la Península Ibérica y el norte de África. Aunque su veneno es potencialmente peligroso, la víbora hocicuda prefiere evitar el contacto con los humanos, mostrando una naturaleza tímida y esquiva. Sin embargo, su hábitat y sus características físicas la convierten en un interesante objeto de estudio para los biólogos y aficionados a la herpetología.
Ficha técnica
Nombre Común | Víbora hocicuda |
– Clase | Reptiles |
– Orden | Squamata |
– Familia | Viperidae |
– Género | Vipera |
– Especie | V. latastei |
– Tamaño | Entre 50 y 70 cm |
– Longevidad | Unos 11-14 años |
– Estado de conservación | Casi Amenazada (NT) |
Características Físicas
La Vipera latasti presenta un cuerpo robusto, de tamaño medio, y una cola proporcionalmente corta, lo que contribuye a su aspecto peculiar. Su cabeza, que se distingue claramente del resto del cuerpo, tiene una forma triangular que, junto con su apéndice nasal alzado, le otorgan un perfil muy distintivo. Este apéndice es uno de los rasgos más característicos de la especie y le permite, en algunos casos, adaptarse mejor a su entorno.
En cuanto a las escamas, la víbora hocicuda cuenta con entre 3 y 7 escamas apicales, y entre 2 y 9 escamas cantales y loreales. Además, presenta entre 9 y 11 escamas perioculares y entre 9 y 13 escamas labiales superiores e inferiores. Las escamas dorsales de la Vipera latasti son carenadas y están dispuestas en 19 o 21 hileras a lo largo del cuerpo, lo que contribuye a su robustez y a su capacidad para desplazarse con facilidad por terrenos escarpados.
La coloración de su cuerpo varía entre tonalidades que van desde un ceniciento oscuro hasta el marrón, y se distingue por una característica banda vertebral en forma de zigzag, formada por manchas romboidales que están bordeadas por un negro intenso. Esta tonalidad le ayuda a camuflarse en su entorno natural, especialmente en áreas rocosas o con vegetación densa.
El iris de la víbora hocicuda es de un amarillo o dorado, un detalle que resalta en contraste con el resto de su cuerpo. Además, la extremidad de su cola puede mostrar una coloración amarilla o negra, lo que también le confiere un carácter distintivo. Aunque no es común, se han documentado casos de melanismo parcial y total en algunas poblaciones de la especie, especialmente en el noroeste de su distribución y en la Sierra de Guadarrama.

Hábitat y Distribución
La distribución de la Vipera latasti está limitada a la región iberomagrebí, con una presencia marcada tanto en el norte de la Península Ibérica como en el sur de Marruecos y Túnez. Esta serpiente prefiere los ambientes montañosos y tiene un rango altitudinal considerable, que varía desde el nivel del mar hasta altitudes cercanas a los 3.000 metros en lugares como Sierra Nevada. A pesar de que su hábitat principal se encuentra dentro de la región mediterránea, la especie también penetra ligeramente en el dominio eurosiberiano, especialmente en algunas áreas del norte de Portugal.
Distribución Geográfica en España
En la Península Ibérica, la víbora hocicuda se distribuye principalmente en las regiones del sur de Galicia, la Cornisa Cantábrica, y a lo largo de las principales sierras montañosas, como el Sistema Ibérico, el Sistema Central, y las Sierras Béticas, entre otras. Su presencia es más notable en altitudes que oscilan entre los 600 y 1.800 metros sobre el nivel del mar, aunque se la puede encontrar en áreas más bajas en lugares protegidos. La altitud media en la que habita suele ser alrededor de los 1.040 metros.
En el norte de España, su distribución está restringida a áreas más protegidas y de difícil acceso, como las Marismas del Guadalquivir. En algunas regiones de Cataluña y Navarra, las poblaciones de Vipera latasti son esporádicas y escasas, lo que hace que su presencia en estas zonas sea más difícil de documentar.
Tipos de Hábitat
La Vipera latasti se adapta a una variedad de hábitats, aunque siempre busca zonas abiertas con buena insolación y vegetación adecuada para su supervivencia. En las áreas más bajas del occidente ibérico, prefiere suelos silíceos, calizos y psammófilos. En las áreas más montañosas, como los Pirineos o Sierra Nevada, se adapta bien a hábitats saxícolas, es decir, aquellos dominados por rocas y formaciones rocosas.
En el norte de España, la víbora hocicuda se encuentra frecuentemente en zonas abiertas con suelo desnudo, donde abunden piedras y matorrales, que le sirven de refugio. En el sur, la especie suele habitar zonas más húmedas cercanas a fuentes y abrevaderos, aunque esta preferencia está influenciada por la facilidad de encontrar refugios en estos lugares. La disponibilidad de refugios naturales y la buena exposición solar son factores claves en su elección de hábitat.

Alimentación
La dieta de Vipera latasti varía según la etapa de desarrollo de la serpiente. Los individuos juveniles se alimentan principalmente de invertebrados, lacértidos, anfibios y micromamíferos insectívoros, mientras que los adultos tienen una dieta basada en lacértidos y micromamíferos roedores, que constituyen una parte esencial de su alimentación.
A lo largo del año, se observan variaciones estacionales en su dieta. Durante la primavera y el verano, los adultos tienden a consumir más micromamíferos, mientras que en primavera, los anfibios son una fuente importante de alimento. Esta variabilidad alimentaria está relacionada con la disponibilidad de presas en diferentes estaciones, y no se han registrado diferencias significativas en la dieta entre machos y hembras.

Reproducción
La reproducción de Vipera latasti sigue un patrón interesante, con épocas de reproducción que se distribuyen principalmente en primavera, aunque en algunas regiones también se da en otoño, dependiendo de las condiciones ambientales. En Cataluña y el norte de Portugal, la reproducción se limita a los meses otoñales, lo que sugiere una variación geográfica en los periodos reproductivos de la especie.
Una de las características más destacadas de la reproducción de esta víbora es su sistema ovovivíparo, lo que significa que las crías nacen vivas, en lugar de salir de huevos. Las crías de Vipera latasti suelen nacer a mediados de agosto, con una fecundidad promedio que varía entre 6 y 13 crías por parto.
En cuanto a la maduración sexual, los machos alcanzan la madurez a los 4 años de edad, mientras que las hembras lo hacen a los 5 años, ambas alcanzando aproximadamente los 35 cm de longitud hocico-cloaca. En términos de longevidad, los machos pueden vivir hasta 11 años, mientras que las hembras pueden alcanzar los 14 años.

Amenazas y Conservación
A pesar de ser una especie fascinante, Vipera latasti enfrenta varias amenazas que han puesto en peligro sus poblaciones en muchas áreas. Las principales amenazas que afectan a esta víbora incluyen:
- Urbanización y modificación del hábitat: La expansión urbana, especialmente en las zonas costeras, ha provocado la desaparición de muchas poblaciones. Además, la repoblación forestal con coníferas ha reducido el hábitat natural de la especie, lo que aumenta el riesgo de atropellos en carreteras y pistas forestales debido a su comportamiento de asoleamiento frecuente.
- Competencia: En algunas áreas donde comparte territorio con Vipera aspis, se observa una competencia por los recursos, lo que puede afectar negativamente a las poblaciones de Vipera latasti.
- Impacto humano: La eliminación directa de ejemplares por parte de los seres humanos, así como los incendios forestales, representan amenazas considerables. En muchas zonas rurales, pastores y caminantes matan a estas serpientes por miedo o desconocimiento. Las campañas educativas podrían ayudar a reducir este tipo de prácticas.
- Declive poblacional: Las poblaciones de Vipera latasti han disminuido significativamente en áreas como Madrid, Toledo y el Levante español, donde el hábitat se ha fragmentado y las condiciones se han vuelto menos favorables.
Dado este panorama, Vipera latasti está catalogada como «Casi Amenazada» (NT) en España, lo que subraya la necesidad urgente de tomar medidas de conservación. Aunque el abandono de ciertas prácticas ganaderas en algunas comarcas podría beneficiar la distribución de la especie, las acciones de conservación son imprescindibles para garantizar su supervivencia a largo plazo.

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