La marta es un mamífero carnívoro de hábitos forestales que habita principalmente en regiones frías y boscosas de Europa. Miembro de la familia de los mustélidos, este animal destaca por su comportamiento esquivo, su agilidad arborícola y su papel en los ecosistemas como depredador oportunista. Aunque a menudo pasa desapercibida por su estilo de vida solitario y discreto, la marta es una especie clave para entender la dinámica de los bosques europeos, especialmente en zonas montañosas. Su presencia en la península ibérica está restringida a algunas regiones del norte, donde convive —y compite— con especies similares como la garduña (Martes foina), con la que a veces se la confunde.
Ficha técnica
Nombre Común | Marta |
– Clase | Mammalia (Mamíferos) |
– Orden | Carnivora |
– Familia | Mustelidae |
– Género | Martes |
– Especie | Martes martes |
– Tamaño | Aprox. 47–66 cm |
– Peso | 750–1.600 g |
– Longevidad | Unos 5-6 años |
– Estado de conservación | Preocupación Menor (LC) |
Características Físicas
La marta es un mustélido de tamaño medio, con un cuerpo alargado, flexible y patas relativamente cortas, lo que le permite desplazarse con gran agilidad entre la vegetación densa o por las ramas de los árboles. Tanto machos como hembras presentan un aspecto muy similar, sin diferencias visibles entre sexos.
Su pelaje es uno de sus rasgos más distintivos: espeso, suave y de color castaño oscuro, está perfectamente adaptado a climas fríos. En la zona de la garganta se aprecia una mancha ocre o anaranjada, que suele cubrir solo una parte de la mandíbula inferior. Esta marca ayuda a diferenciarla de la garduña, que presenta una mancha blanca mucho más amplia, que se extiende hasta las patas delanteras.
Una característica muy llamativa se encuentra en sus extremidades: entre los dedos tiene una abundante cantidad de pelo que le permite caminar sobre la nieve blanda sin hundirse, dejando una huella difuminada bastante peculiar. Esta adaptación es clave para su supervivencia en hábitats donde la nieve está presente durante largos períodos del año.
En cuanto a sus dimensiones, los machos adultos pueden alcanzar unos 65 cm de longitud corporal y pesar alrededor de 1,6 kg, mientras que las hembras son ligeramente más pequeñas, rondando los 55 cm y 1,2 kg de peso.

Hábitat y Distribución
La marta se asocia de manera muy estrecha a ecosistemas forestales bien conservados, donde encuentra refugio, alimento y oportunidades para la reproducción. Su presencia en Europa es amplia, pero su distribución depende en gran medida de la estructura y la altitud del terreno, así como de la competencia con otras especies.
Distribución Geográfica en España
En la Península Ibérica, la marta está presente únicamente en la mitad norte, principalmente en Galicia, la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. También se encuentra en algunas zonas del norte de Portugal. La detección de esta especie puede resultar complicada, ya que en ocasiones se confunde con la garduña, lo que ha generado lagunas en el conocimiento real de su distribución. Por ejemplo, su aparente ausencia en el Pirineo occidental, especialmente en áreas como Navarra o Huesca, podría deberse a esta dificultad de identificación más que a una verdadera falta de presencia.
Además de su distribución natural, existen poblaciones de marta en islas del Mediterráneo occidental, como Menorca, Mallorca, Cerdeña, Sicilia y otras menores, donde fueron introducidas por el ser humano. En Escocia e Irlanda también se han registrado poblaciones, aunque no siempre de forma natural.
En el caso de Menorca, la población muestra diferencias morfológicas respecto al resto, lo que ha llevado a identificarla como una subespecie distinta: M. m. minoricensis, caracterizada por un tamaño más reducido y un rostro más robusto.
Tipos de Hábitat
La marta prefiere los bosques maduros de coníferas o caducifolios, con una buena variedad de estructuras: árboles viejos, troncos caídos, tocones y huecos naturales. Estos elementos son esenciales tanto para descansar como para cazar. En zonas montañosas, este tipo de hábitats suelen encontrarse en las regiones subalpinas y montanas, donde el clima frío y la presencia de nieve prolongada crean un entorno ideal para la especie.
En áreas de clima atlántico, puede encontrarse incluso cerca del nivel del mar, mientras que en otros lugares su rango altitudinal llega hasta los 2.300 metros. Aunque esta preferencia altitudinal parece relacionada con la competencia frente a especies más tolerantes al calor, como la garduña, se ha comprobado que la marta puede adaptarse también a ambientes más cálidos y menos estructurados, como los bosques de pino o incluso zonas con matorral, especialmente en islas donde no enfrenta tanta competencia.
Alimentación
La marta es un depredador generalista con una dieta muy variada, que se adapta fácilmente a las condiciones de su entorno. Su alimentación está dominada por el consumo de micromamíferos —como ratones o topillos— y frutos silvestres, aunque la proporción de cada grupo varía según la época del año y la región en la que habite.
En primavera y verano, cuando la oferta de presas vivas es más abundante, puede centrarse más en pequeños vertebrados. En cambio, durante el otoño, el consumo de frutas y bayas cobra una mayor relevancia, siendo una fuente energética importante de cara al invierno. También consume con cierta frecuencia aves, insectos y, en menor medida, anfibios u otros invertebrados.
Aunque en algunas zonas de Europa se ha relacionado con la depredación sobre especies como el urogallo (Tetrao urogallus), en la Península Ibérica esta incidencia es mínima. La dieta de la marta está determinada principalmente por la disponibilidad local de recursos y su capacidad de adaptación, lo que le permite sobrevivir en hábitats diversos y con diferentes presiones ecológicas.

Reproducción
La marta tiene un ciclo reproductivo particular, caracterizado por un fenómeno conocido como implantación diferida. El periodo de celo se da entre los meses de junio y agosto, pero tras la fecundación, el embrión permanece en estado latente (blastocito) hasta que se implanta en marzo del año siguiente. Solo a partir de ese momento comienza su desarrollo.
La gestación efectiva dura alrededor de un mes, tras el cual nacen entre dos y siete crías, aunque en la población de Menorca se ha observado una media más baja, con entre una y cuatro por camada. Las crías nacen ciegas y sin pelo, completamente dependientes de la madre. No abandonan la madriguera hasta pasadas unas doce semanas.
El macho no participa en la crianza, y es la hembra quien asume todas las tareas de cuidado. A los cinco meses, las crías ya presentan un aspecto similar al adulto, y a finales de verano comienzan a dispersarse en busca de su propio territorio. La marta tiene una sola camada al año y, como en muchas especies silvestres, la mortalidad durante el primer año de vida es elevada, llegando a afectar a más del 40 % de los individuos.
En condiciones naturales, su esperanza de vida rara vez supera los seis años, aunque en cautividad se han registrado ejemplares que alcanzaron los quince.

Amenazas y Conservación
Aunque la marta (Martes martes) no se considera una especie amenazada a nivel global, existen factores de presión importantes que afectan a determinadas poblaciones, especialmente en la Península Ibérica y zonas insulares. Su conservación requiere atención específica debido a su sensibilidad a los cambios en el hábitat y al impacto de las actividades humanas.
Principales amenazas
- Pérdida y fragmentación del hábitat por la explotación forestal, incendios y construcción de infraestructuras.
- Aislamiento de poblaciones, especialmente en el noroeste de Portugal, donde los corredores naturales son insuficientes.
- Atropellos, tanto en la Península como en las Islas Baleares, que representan una fuente importante de mortalidad.
- Competencia con otras especies carnívoras, como la garduña, en zonas donde los recursos son limitados.
- Presión turística, que genera estrés fisiológico, especialmente durante la época reproductora, afectando a su éxito reproductivo.
- Depredación natural, principalmente por parte del zorro (Vulpes vulpes) y aves rapaces.
- Parasitismo y enfermedades, aunque de momento no se han identificado patologías graves que comprometan poblaciones enteras.
Medidas de conservación
A pesar de estas amenazas, la marta sigue clasificada como especie de «Preocupación Menor» tanto a nivel global (IUCN) como en España. Aun así, se encuentra incluida en diversas normativas europeas de conservación, como el Anexo III del Convenio de Berna y el Anexo V de la Directiva Hábitats, que regulan su protección y limitan su captura.
Se han llevado a cabo estudios para evaluar el flujo genético entre poblaciones, confirmando que la presencia de bosques, matorrales y pastizales favorece la conectividad, mientras que carreteras y zonas urbanas la dificultan. Además, se han identificado Zonas Importantes para los Mamíferos (ZIM) que incluyen áreas clave para la marta en España.
En resumen, aunque la especie muestra una notable capacidad de adaptación, su futuro depende de la conservación activa de los hábitats forestales y de la minimización de los impactos humanos en los territorios donde habita. La mejora del conocimiento sobre su distribución real, especialmente en zonas montañosas y áreas de difícil acceso, es también esencial para proteger eficazmente a esta especie tan esquiva como fascinante.

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