La cabra montés, cuyo nombre científico es Capra pyrenaica, es una especie de mamífero ungulado endémico de la Península Ibérica, símbolo de la fauna montañosa española. Se trata de un animal robusto y ágil, adaptado perfectamente a los terrenos escarpados y abruptos que conforman su hábitat natural. Actualmente, sólo sobreviven tres subespecies reconocidas, tras la extinción de otras dos durante los últimos siglos. Su presencia en la montaña, además de ser un elemento clave en el ecosistema, despierta gran interés entre naturalistas, fotógrafos y amantes de la naturaleza.
Ficha técnica
Nombre Común | Cabra Montés |
– Clase | Mammalia (Mamíferos) |
– Orden | Artiodactyla |
– Familia | Bovidae |
– Género | Capra |
– Especie | Capra pyrenaica |
– Tamaño | 100-150 cm |
– Peso | 31-90 kg |
– Longevidad | Hasta 10-15 años |
– Estado de conservación | Casi Amenazada (NT) |
Características Físicas
La Capra pyrenaica presenta un cuerpo fuerte y compacto, ideal para la vida en zonas rocosas. Su tamaño varía según el sexo y la región, pero los ejemplares adultos suelen medir entre un metro y metro y medio de longitud, con una altura a la cruz de unos 65 a 85 centímetros. El peso oscila desde los 30 hasta los 90 kilogramos, siendo los machos considerablemente más grandes que las hembras.
Una de las características más llamativas son sus cuernos permanentes, presentes en ambos sexos. En los machos, estos cuernos tienen forma de “S” invertida, son gruesos, rugosos y curvados hacia atrás, con anillos que reflejan su edad. En cambio, las hembras poseen cuernos más finos y cortos, con una silueta en forma de lira.
El pelaje cambia con las estaciones: durante el verano predomina un tono canela claro, mientras que en invierno se vuelve más oscuro y denso. Los machos adultos también desarrollan una crin en el cuello, barba bajo el mentón y manchas negras más marcadas, especialmente en el pecho y las patas. Se ha observado que los ejemplares del sur de la Península tienden a ser más pequeños que los del norte, una diferencia atribuida a factores ambientales y genéticos.
Hábitat y Distribución
La cabra montés es un animal profundamente ligado a los paisajes montañosos de la Península Ibérica, donde ha evolucionado de forma única y aislada respecto a otras especies de cabras salvajes del continente europeo. Su adaptabilidad le permite sobrevivir en condiciones extremas, desde zonas bajas de matorral hasta altas cumbres por encima de los 3.000 metros.
Distribución Geográfica en España
Hoy en día, la distribución de la Capra pyrenaica se limita al territorio español, donde se reconocen tres subespecies vivas:
- C. p. victoriae, presente principalmente en la Sierra de Gredos, aunque también ha sido introducida en otras sierras del centro peninsular como Batuecas, La Pedriza y Riaño.
- C. p. hispanica, la más extendida, ocupa prácticamente todo el arco montañoso mediterráneo, desde la desembocadura del Ebro hasta el Peñón de Gibraltar, incluyendo también Sierra Morena.
- C. p. nowakiae, descrita recientemente, se encuentra en la Sierra Nevada, representando una línea evolutiva singular dentro de la especie.
Las otras dos subespecies, C. p. lusitanica y C. p. pyrenaica, se consideran extintas. La primera desapareció a finales del siglo XIX, mientras que la segunda, conocida como el bucardo, se extinguió definitivamente en 1998.
Tipos de Hábitat
El hábitat preferido por la cabra montés abarca desde zonas de matorral denso hasta bosques de coníferas, pasando por paisajes mixtos con arbolado disperso. Se adapta a un rango altitudinal muy amplio, habitando desde zonas próximas al nivel del mar hasta cumbres por encima de los 3.400 metros.
Esta versatilidad ecológica le permite ocupar entornos muy diversos, aunque prefiere siempre zonas escarpadas con buena visibilidad y accesos verticales que le permitan refugiarse de depredadores y actividades humanas.

Alimentación
La dieta de la cabra montés es uno de los aspectos más destacados de su comportamiento adaptativo. Esta especie presenta una gran capacidad para modificar sus hábitos alimentarios según las condiciones del entorno en el que habita. En aquellas zonas donde los pastos son abundantes, se comporta principalmente como pascícola, consumiendo hierbas y otras plantas herbáceas. Sin embargo, en épocas de escasez o en hábitats más áridos, adopta un comportamiento ramoneador, alimentándose de brotes, hojas y cortezas de arbustos y pequeños árboles.
Este patrón alimenticio flexible le permite aprovechar de manera eficiente los recursos disponibles, adaptándose a cambios estacionales, altitudinales y climáticos. Es habitual observar desplazamientos hacia zonas más altas durante el verano, en busca de pastos frescos, y un regreso a zonas más bajas durante el invierno, cuando la nieve limita el acceso a la vegetación.

Reproducción
La Capra pyrenaica es una especie de comportamiento polígamo, en la que los machos dominantes se aparean con varias hembras durante el periodo reproductivo. El celo se produce entre finales de otoño y comienzos del invierno, momento en el que se rompen los grupos segregados por sexo y se forman agrupaciones mixtas.
Las hembras alcanzan la madurez sexual en torno a los dos años y medio, cuando superan los 24 kilogramos de peso. Aunque los machos adultos suelen participar en la reproducción a partir de los ocho años, también pueden hacerlo a edades menores si las condiciones lo permiten.
La gestación dura aproximadamente cinco meses, lo que sitúa los partos entre los meses de abril y junio. Lo más frecuente es que nazca una sola cría por parto, aunque en algunos casos pueden darse nacimientos gemelares, debido a factores tanto genéticos como ambientales. Durante la época de parto, las hembras tienden a aislarse del grupo para dar a luz en zonas tranquilas y protegidas.
Amenazas y Conservación
Amenazas
Aunque la cabra montés (Capra pyrenaica) ha experimentado un notable aumento poblacional en las últimas décadas, sigue enfrentando diversas amenazas que podrían poner en peligro su conservación a largo plazo. Uno de los principales factores de riesgo es el aislamiento genético de algunas poblaciones, especialmente aquellas que provienen de un número reducido de individuos, lo que limita su variabilidad genética y aumenta la vulnerabilidad a enfermedades y cambios ambientales. A pesar de que en la actualidad existen más de 50.000 ejemplares repartidos por la Península Ibérica, el hecho de que muchas de estas poblaciones estén fragmentadas y dispersas pone en riesgo la viabilidad a largo plazo de la especie.
La caza ilegal fue, durante muchos años, una de las principales causas de su declive, y aunque la presión cinegética ha disminuido considerablemente, las poblaciones siguen siendo sensibles a este tipo de actividades, especialmente en las zonas más alejadas de las áreas protegidas. La competencia con otras especies, como el arrui (Ammotragus lervia), una especie invasora de caprino de origen norteafricano, también representa una amenaza significativa, ya que compiten por los mismos recursos en algunas zonas de la Península.
Otro factor crucial en su declive son las enfermedades, especialmente la sarna sarcóptica, transmitida por el contacto con ganado doméstico. Esta enfermedad ha tenido efectos devastadores en varias poblaciones, y su posible expansión hacia núcleos aún sanos sigue siendo una preocupación importante. Asimismo, la presencia de ganado doméstico en áreas habitadas por la cabra montés puede llevar a la competencia por alimentos y a la transmisión de otras enfermedades que afectan gravemente a las poblaciones silvestres.
El turismo en áreas montañosas, como las de Sierra de Gredos y Sierra Nevada, también podría ser una fuente de alteración para las poblaciones de cabra montés, aunque los efectos exactos de esta interacción todavía no están completamente establecidos.
Conservación
La conservación de la cabra montés es crucial no solo para proteger una de las especies más emblemáticas de la fauna ibérica, sino también para preservar los ecosistemas montañosos en los que habita. A pesar de que las poblaciones han aumentado en las últimas décadas, es necesario seguir implementando medidas de gestión efectiva para garantizar su futuro.
Una de las principales recomendaciones es fomentar estudios ecológicos y comportamentales sobre la cabra montés. Este tipo de investigaciones son esenciales para comprender mejor cómo interactúa con su entorno, así como para evaluar el impacto de factores externos como el ganado doméstico, la competencia con especies invasoras y la actividad humana. En especial, las zonas donde el arrui ha establecido poblaciones, como el sureste peninsular, requieren atención especial para estudiar las dinámicas de competencia entre ambas especies.
El control sanitario del ganado doméstico en las áreas cercanas a los hábitats de la cabra montés es otro aspecto crucial. La transmisión de enfermedades, como la sarna, entre especies domesticas y silvestres debe ser estrictamente controlada para evitar brotes que afecten la salud de las poblaciones de cabra montés.
Para preservar la variabilidad genética, las translocaciones entre poblaciones aisladas se presentan como una solución viable. La creación de corredores ecológicos entre núcleos de cabra montés dispersos sería una medida efectiva para conectar estos grupos y permitir el intercambio genético. Es necesario realizar una monitorización continua de las poblaciones, tanto para detectar cualquier cambio en su estado de salud como para evaluar el impacto de las amenazas actuales.
Aunque la especie está en expansión, las lecciones del pasado, cuando las enfermedades y la sobreexplotación casi llevaron a la extinción de la cabra montés, deben mantenerse presentes. Las áreas protegidas siguen siendo fundamentales para la supervivencia de la especie, pero también es esencial la gestión activa de las poblaciones, con un enfoque integral que contemple tanto las amenazas actuales como las futuras.

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